Ese dolor persistente en la base del pulgar que no tiene causa aparente.
Dolor al abrocharse el sujetador.
Al abrir una botella.
Al sujetar un plato lleno.
Al usar el teclado durante mucho tiempo o al usar el ratón con molestias.
Cientos de personas, la mayoría mujeres jóvenes y de mediana edad acuden a los servicios de salud buscando respuestas.
Se les hacen radiografías, y el diagnóstico casi siempre es el mismo:
“No hay artrosis, no es nada grave, ya se pasará.”
Pero el dolor no se va.
El dolor les obliga a pedir ayuda para abrir un tarro o a usar el móvil con la otra mano.
Cuando estas pacientes llegan a mi consulta, suelo encontrarme con tres cosas:
- Frustración y desesperación. Se sienten incomprendidas y han perdido la esperanza de encontrar una solución.
- Pérdida de fuerza. Muchas ni siquiera son conscientes de ello hasta que les hago preguntas específicas:
“¿Puedes usar unas pinzas para depilarte las cejas?
¿Puedes abrochar botones pequeños y pendientes sin problemas?
¿Puedes escribir una nota o echar la cerradura de casa sin que te duela?”
De repente, se dan cuenta de que algo no estaba funcionando como antes.
- Dolor en la base del pulgar. Al explorar manualmente la articulación trapeciometacarpiana, noto un dolor significativo, especialmente cuando apoyan la mano plana sobre la mesa o realizan movimientos cotidianos como levantarse de una silla o dar la mano.
Cuando utilizo el ecógrafo en mi consulta, suelo descubrir lo que las radiografías no muestran:
- Inflamación de la articulación
- Presencia de sinovitis (inflamación de la membrana sinovial) y, en algunos casos,
- Pequeños huesecillos flotando dentro de la articulación.
Puede que no haya signos de artrosis, pero el problema es real y está afectando la vida de miles de mujeres.

Soy la Dra Mireia Esplugas y sé qué es vivir con dolor en la base del pulgar porque lo he sufrido durante años.
Durante años, había notado dolor en mi pulgar después de largas horas de microcirugía.
Mi radiografía no mostraba nada alarmante, pero yo lo sentía. Cada día. Cada gesto.
Limitándome en mi trabajo y en mi vida personal.
Cuando fui a formarme fuera de España, di con la respuesta.
Viajé a Estocolmo para visitar a Elisabeth, una reputada colega, que me hizo ver lo que nadie había mirado antes:
El problema no estaba en mi pulgar. Estaba en un nervio inflamado y comprimido en el codo.
Esa compresión era la causa que debilitaba mi mano y generaba todo el dolor.
Elisabeth me infiltró el nervio. En pocas semanas, el cambio fue radical:
Mi pulgar recuperó su fuerza. El dolor desapareció.
Volví a operar sin molestias. Pero lo más importante:
👩⚕️ Descubrí un nuevo enfoque para curar a mis pacientes.

📸 Aquí me ves usando la ortesis que me ayudó a sanar.
Si sigues con dolor en la base del pulgar, es porque nadie ha buscado en el lugar correcto.
Esta revelación cambió no sólo mi vida, sino la forma en que trato a mis pacientes.
Desde entonces, he publicado en las mejores revistas científicas y he sido invitada a congresos internacionales para compartir este descubrimiento, que ya está ayudando a mejorar el diagnóstico y tratamiento en todo el mundo.
Mi método tiene tres pilares:
🔍 1. Exploración detallada.
Escucho a mis pacientes. Les hago preguntas clave. Uso el ecógrafo para ver lo que las radiografías no muestran.
💉 2. Tratamientos mínimamente invasivos.
En muchos casos, una infiltración en el nervio del codo o una limpieza artroscópica de la articulación es suficiente para que el dolor desaparezca y el pulgar recupere su fuerza.
🚧 3. Prevención.
Al tratar la inflamación antes de que evolucione hacia la artrosis, ayudo a que la articulación no se deteriore tan rápido con los años.
Tu dolor de pulgar no es normal. Ni tienes por qué aguantarlo.
No se pasará solo.
No es «cosa de la edad» ni de la “menopausia”.
No es «estrés» ni “fibromialgia”.
Y desde luego, no es «imaginación tuya».
La causa puede estar en otro lugar, como me pasó a mí y veo en cientos de pacientes cada año.
Este problema tiene solución.
🤲 Si sientes que el dolor te está quitando la libertad de usar tus manos, ven a verme.
Pide cita por WhatsApp ahora y Katheryn, mi Asistenta Personal, te organizará una fecha y hora para vernos:
No tienes por qué vivir con molestias que te impidan disfrutar de las cosas que amas o realizar tareas tan simples como pelar una patata o sacar los platos del lavaplatos.
Juntas, vamos a encontrar la solución que te devuelva la fuerza, la agilidad y la habilidad perdida.
Cuanto antes tratemos la causa, antes recuperarás la fuerza y el control sobre tus manos.
Porque tus manos están para usarlas, no para limitarte.
Dra. Mireia Esplugas.
Cirujana Especialista de la Mano.